Se sentía con la osadía suficiente como para morder el silencio de su boca
y arrancárselo entre gemidos sedientos de pulsaciones;
para luego, calmarlos a través del roce melódico contra sus sábanas
empapadas del sudor resbaladizo por la pendiente de su espalda.
Quería atragantarse con el sabor de su aliento
acompañado del sonido arrítmico del deseo.
Intranquilidad efímera por querer transformar aquello en eterno.
Viaje íntimo hacia lo mas recóndito de su sentimiento.