Egoístas e inquietantes, son capaces de invadir nuestro pensamiento, recordando la nostalgia de tantos momentos, en los que tu perfume era mi alimento, la sensación de seguridad a cada momento, y las palabras junto con mis abrazos, el punto de apoyo donde permanecías ileso.
Bailábamos como la lluvia y el viento, sobre las sábanas impregnadas de deseos turbulentos, obnubilando a la realidad, perdiéndola en nuestros juegos secretos. Creíamos eternizar el tiempo.
No había rivales para nosotros en eso de desquiciar al cuerpo, arcano delirio de nuestra atmósfera donde nos veíamos envueltos, sellándola siempre con el dulce aroma de un beso.
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