Existimos porque alguien piensa en nosotros y no al revés

lunes, 14 de marzo de 2011

Envidia de la lluvia.




Al caer la noche, mientras me hallo sumergida en los sueños de mi mundo,
a la luz del flexo, poco a poco me hago consciente del susurrar melódico del lenguaje de la lluvia.
Con tanta delicadeza es capaz de envolverme, que en cuestión de segundos forma parte de mi esfera momentánea alimentando el fluir de mi pensamiento.
Siempre que escucho a la lluvia, me invade una sensación de reflexión, ya sea acompañada de connotaciones positivas, negativas o incluso desconcertantes, que desemboca finalmente en la relajación de mi esencia.


Observar como una gota de agua recorre su senda en cuestión de segundos es algo que me aficiona, sobre todo a través de los cristales del autobús cuando viajo.
Y ahí, me gusta compararlo con lo efímero de la vida y su culminación en un cambio.

Es tan inestable su naturaleza, tan sorprendente, tan insegura, pero tan arriesgada...

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