Existimos porque alguien piensa en nosotros y no al revés

domingo, 22 de mayo de 2011

Queríamos.



Me atormenta la duda constante de querer
que suceda lo que a menudo imagino contigo,
desde el momento en que nos encontramos.

Es una necesidad imperiosa de
volver a comernos con las miradas,
rasgando aquello que olvidamos,
justo al florecer la complicidad primitiva
desprendida de nuestro instinto más básico.

La esencia de la atracción
es el mas adecuado ejemplo donde
nos vimos envueltos,
que crecía de forma desmesurada
a cada instante, entre los centímetros encubiertos.

No me equivoco si digo que
la intención se hacía visible a través de tus gestos,
y que convertiste lo causal
en la casualidad de unos besos.

Pues nunca nadie de forma tan elegante
pero a la vez, furiosa,
supo insinuarse ante mi
para calmar su fuego.

Una atmósfera de satisfacción
rodeaba nuestros cuerpos,
hablantes del idioma de los gritos
a través de silencios.

Un juego de emoción sin salir perdiendo.

Un ataque al contrincante semejante
a un duelo de sentimientos,
donde los disparos iban cargados de
adrenalina de deseos.

Tú y yo, que sin conocernos,
dejamos que tirase la cuerda de los impulsos
acordes a la tentación del suceso,
donde el contexto influía
pero era nuestra piel la que nos echaba de menos.

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